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BREVE HISTORIA DE TLAXCALA


Por Edilberto Ríos
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Aunque los orígenes del pueblo tlaxcalteca no son aún del todo claros, entre sus raíces más antiguas pudieran encontrarse los toltecas chichimecas, grupos otomíes y los misteriosos olmecas xicalanca. Las crónicas indígenas también asocian a los tlaxcaltecas con las tribus nahuas que llegaron del centro de México al mismo tiempo que los aztecas.

En 1350 un grupo nahua establecería el primero de los cuatro señoríos de Tlaxcala: Tepetícpac. Pocos años después se fundaria Ocotelulco, Tizatlán y Quiahuiztlán, los cuatro localizados en cada una de las colinas que bordean la ribera occidental del río Zahuapan, al otro lado del centro de Tlaxcala. Cada uno de estos pequeñísimos reinos tenía su propio templo y palacio, contaban así mismo con importantes mercados a los que acudían miles de personas.

Aunque cada señor contaba con su residencia local, había también un lugar de reunión en Tlaxcala, donde se discutían asuntos concernientes al reino, o sea a los territorios dominados en conjunto por los cuatro señoríos. A diferencia de otros reinos no había un tlatoani o jefe supremo, sino un consejo de señores, un gobierno similar según Cortés, a los principados de Génova y Venecia. El reino de Tlaxcala era una zona densamente poblada desde la época indígena. Pocos son los testimonios materiales que quedan de esos tiempos, pero no dejan de ser interesantes. El mayor suceso en la historia de Tlaxcala es el encuentro de éstos indígenas con Hernán Cortés y su ejército de conquistadores.

A principios del siglo XVI los cuatro señoríos estaban cercados por el poderoso imperio mexica, la gente tenia dificultades para conseguir mercancías como el cacao, la sal o el algodón, cuya producción estaba controlada. Con una bien merecida fama de guerreros, los tlaxcaltecas se enfrentaban periódicamente en batallas con los mexicas, eran llamadas “guerras floridas” cuyo objetivo principal para los aztecas era la captura de prisioneros para ser sacrificados en festividades. Disminuidos en su gente y territorio a causa de los ataques de los mexicas, los tlaxcaltecas adoptaron a Cortés como su aliado para combatir a los aztecas. La caída de la gran Mexico-Tenochtitlan solo fue posible con la ayuda de numerosos ejércitos indígenas tlaxcaltecas que se volvieron en contra de sus dominadores. Con la adición de los grupos tlaxcaltecas el ejercito español obtuvo 100 000 guerreros, además de comida, alojamiento y un territorio seguro.

A cambio de la alianza y del hecho simbólico de aceptar el bautismo, los señores tlaxcaltecas conservaron parte de su poder y numerosos privilegios durante la colonia: se le eximio del pago de impuestos, tenían sus propios escudos de armas, el derecho a poseer caballos y explotar minerales, lo que estuvo prohibido para los demás indígenas de la Nueva España. Aunque en la ciudad se asentaron autoridades españolas, la mayoría de las decisiones las tomaba el poderoso cabildo indígena de Tlaxcala.

En la primera mitad del siglo XVI, Tlaxcala era un lugar relativamente floreciente y seguro, que contaba con un hospital, un titulo nobiliario y un escudo. Al sureste de la ciudad se alzaba imponente el templo y convento de la Asunción, erigido por los franciscanos; en los alrededores de la ciudad también se construyeron varios conventos importantes. A pesar de los privilegios otorgados y la prosperidad inicial de la ciudad, los tres siglos del dominio colonial no fueron muy afortunados para Tlaxcala, despreciada por los comerciantes españoles quienes no querían recibir ordenes del cabildo indígena. Las rutas comerciales se encaminaron a Puebla.

Las epidemias y hambrunas azotaron varias veces la ciudad en los siglos XVI y XVII, además sufrió varios terremotos, inundaciones e incendios de consideración. La disminución demográfica de los tlaxcaltecas se agudizó en 1600, cuando se firmaron las Capitulaciones de los Colonos de la Chichimecatlalpan, tratado que refería que 400 familias tlaxcaltecas se comprometían a colonizar el norte del país al lado de los españoles. A pesar de sus penurias, Tlaxcala se las arreglo para embellecerse y adoptar con todo vigor el espíritu barroco que invadió la segunda mitad de la era novohispana. En el siglo XVII se inicio la construcción de la basílica de Nuestra Señora de Ocotlán.

Hace ya varios años que Tlaxcala se ha sacudido el estereotipo de ser un estado pobre y sobrepoblado. Hoy es una ciudad orgullosa, limpia y tranquila, que sigue recordando su historia con orgullo, defendiendo celosamente sus tradiciones y se esta convirtiendo en un destino ideal para visitarse los fines de semana.









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